lunes, 13 de septiembre de 2010

Opinión Pública (Concepto)

Opinión pública significa cosas distintas, según se contemple como una instancia crítica en relación a la notoriedad pública, normativamente lícitada del ejercicio del poder político y social o como una instancia receptiva en relación a la notoriedad públca representativa o manipulativamente divulgada de personas e instituciones, de bienes de consumo y de programas. En la publicidad concurren ambas ambas formas de notoriedad pública, la opinión pública es su común destinatario. El análisis jurídico estatal y técnico político de las normas constitucionales en relación a la realidad de las democracias de masas constituídas por el estado social se encuentra fuertemente vínculada a institucionalizar la opinión pública e identificar directamente a ésta, en el comportamiento del público de ciudadanos de una magnitud real.

OPINIÓN PUBLICA, NUESTRA DEFINICIÓN
Es la exposición y la interpretación de una creencia o punto de vista, valorándola o avalándola por medio de argumentaciones por lo cual posee cierta una capacidad de convicción.

Los movimientos de adhesión a las grandes corrientes de opinión son un acto reflejo del sentimiento protector que confiere la mayoría y el rechazo, el aislamiento, al silencio y la exclusión.

Los individuos tienen un sentido perceptivo de evaluaciones del ambiente ideológico, de los modos de opinión y de los valores que constituyen valores mayoritarios.

Noelle-Neumann

Los gustos y disgustos de una sociedad, o de alguna poderosa porción de ella son, empero el principal asunto que ha prácticamente determinado las reglas para la observancia general, bajo las penalidades de las leyes o la opinión.

John Stuart Mill


La opinión pública, formada en un proceso racional de consenso al interior de la sociedad, otorga legitimidad al régimen democrático. Dicho en otras palabras, la opinión pública se erige como garante de la democracia.

Habermas

En conclusión  la opinión publica es la estimación general de la población acerca de un asunto determinado. Es algo abstracto ya que solo puede recogerse mediante encuestas o trabajos similares. Los medios de comunicación son unos de los principales formadores de la opinión publica ya que el tratamiento que realizan en la actualidad incide en el pensamiento de la sociedad.

Se considera 1750 como el año en que se utiliza por primera vez la expresión «opinión pública», cuando Rousseau se presenta al premio de la Academia de Dijon con su «Discurso sobre las ciencias y las artes». Si bien la paternidad de la expresión le corresponde a Rousseau, los primeros esbozos teóricos de la opinión pública se suelen atribuir a los fisiócratas, especialmente a Louis Sebastián Mercier de la Riviere, que parece haber sido el primero en captar el estricto sentido de «opinión pública» y entrever su rol social.
Desde finales de la Edad Media hasta la segunda mitad del siglo xvIII se suceden una serie de acontecimientos que poco a poco van cambiando la mentalidad y preparan, en lo que a opinión pública se refiere, la toma de conciencia del fenómeno así como el papel que pueda jugar en la sociedad como fuerza moral y crítica.

Con el Renacimiento se inicia un proceso de mayor confianza en el hombre y un uso de la razón para percibir y solucionar los problemas que el hombre tiene planteados aquí y ahora. La razón se libera de la fe, se vuelve autónoma, y se aleja poco a poco de la idea de lo trascendente. Los humanistas descubren nuevas formas de rigor intelectual, desarrollan el espíritu crítico de los textos y manifiestan un gran respeto por la libertad de opinión. La revolución científica, que se extiende desde el siglo xv hasta el XVII es, ante todo, una revolución en la manera de entender la realidad que entraña una nueva perspectiva en las actitudes mentales. Galileo, que representa el espíritu científico y racionalista de la época, defiende el examen libre de la realidad, atento sólo a pruebas empíricas y a normas de la lógica frente a los principios de la afirmación dogmática.
Nicolás de Maquiavelo, en El Príncipe, desarrolla dos ideas fundamentales para explicar la comunicación política entre gobernantes y gobernados. Por un lado, piensa que el príncipe debe tener o conseguir el favor popular: «A un príncipe le es necesario tener al pueblo de su lado: de lo contrario, no tiene remedio en la adversidad». Por otro, gobernar implica una cierta técnica de las relaciones con las actitudes del pueblo, que habrán de formarse o reformarse por el príncipe cuando fuese necesario. Por tanto, en las relaciones del príncipe con el pueblo, aquél deberá cuidar su imagen, su reputación y no importará el manejo de la opinión pública con tal de mantenerse en el poder. Hasta la hipocresía puede convertirse en un deber.

Entre los movimientos de la época, el que puso en acción a la gran mayoría de las conciencias europeas fue el protestantismo, tanto en el plano religioso como en el político. Lutero, Calvino y Zwinglio fueron auténticos líderes de opinión y las sectas minoritarias que surgieron del protestantismo jugarán en siglos posteriores un papel fundamental en la lucha por la conquista de las libertades. Aparte de la ruptura con Roma, las implicaciones políticas en los conflictos entre los príncipes y el emperador, la interpretación diferente en materia de fe y costumbres, el acercamiento de los textos sagrados en lengua vernácula al pueblo, el protestantismo supuso un paso importante en la liberación interna de las conciencias. Si bien Calvino impuso una teocracia en Ginebra, los grupos calvinistas posteriores se convertirán en defensores de la libertad de cultos, de la tolerancia y de una nueva moral de la acción y de la ganancia económica (Max Weber). Precisamente, en este contexto de luchas y represión religiosa, primero los protestantes y después los católicos, desarrollarán las teorías monarcómanas que, allá por el siglo xn ya había esbozado Juan de Salisbury al defender la sumisión del rey a la ley y esbozar la licitud del tiranicidio. Juan de Mariana en su libro De rege et regis institutione, formulará la teoría más coherente y lúcida del tiranicidio al afirmar que el depositario de la soberanía es el pueblo. Los escritores españoles de la escuela iusnaturalista Francisco de Vitoria, Domingo de Soto, Luis de Molina y otros desarrollarán con mayor profundidad, en el contexto de la ley natural y la razón, la noción de soberanía popular. Ya no será necesaria justificación trascendental alguna, porque el pueblo ipso iure es el detentador de la soberanía.

Joseph Glanwill, en su obra The Vanity of Dogmatizing, de 1661, formulará el concepto «clima de opinión», construyendo así las bases sobre las cuales ulteriormente se asentará la escuela historicista para el estudio de la opinión pública. Spinoza, en el Tratado de las autoridades, defenderá la libertad de opinión y Juan Milton hará un alarde de la defensa de la libertad de expresión en su Aeropagitica (1644), documento clásico en la defensa de la libertad de emitir la propia opinión, no sólo por los resultados favorables que pueda tener tal libertad para la propia persona, sino por los frutos ventajosos de la pública y pacífica discusión de los asuntos que atañen a todos. Inglaterra, a lo largo del siglo xvn, nos ofrece tres textos de máxima importancia para la historia universal del Estado de derecho: la Petition of Right, de 1628, documento que protege los derechos personales y patrimoniales; el Habeas corpus Act, de 1679, que prohibe la detención de las personas sin mandamiento judicial, y la Declaration (Bill) of Rights, de 1689, que confirma los derechos ya consagrados en los textos anteriores. Con este último documento se pone fin a la Revolución inglesa y se inicia el comienzo de un gobierno parlamentario, fortaleciendo los principios liberales.

Volviendo al siglo xv, el invento de Gutenberg marcará un hito fundamental en la historia de la comunicación humana y muchos historiadores verán en la imprenta el punto de partida de las transformaciones sociales y políticas de Europa. La imprenta de Gutenberg nace como un instrumento maravilloso para la propaganda, a la que se opondrá todo el arsenal de la censura. La imprenta saca la cultura de los claustros y la difunde entre los laicos. Fue la propagación de escritos injuriosos contra el papado, la divulgación de libros heréticos y las hojas impresas subversivas que cuestionaban la autoridad religiosa, las que motivaron la adopción de medidas severas por parte de Roma. La imprenta, en cierto modo, posibilitó la incubación de la Reforma y el papado advirtió que el verdadero peligro no estaba tanto en los problemas que podían plantear los reformistas, sino en la cantidad de gente que podía acoger tales ideas.

Por otro lado, la difusión de la imprenta en Europa va unida al desarrollo comercial e industrial de las principales ciudades. Litton llega a afirmar que en 1500 más de cincuenta ciudades alemanas tenían uno o más talleres de impresión. La imprenta sustituye las hojas manuscritas de noticias por hojas volantes impresas, que invaden Europa narrando para todos los sucesos más diversos: acontecimientos naturales, catrástrofes de guerras, pestes y hambres, hechos milagrosos, etc. La regularidad de las hojas noticiosas posibilitó la aparición de las gacetas a finales del siglo xvI, impresas semanalmente en su mayoría por iniciativa privada. El desarrollo de las gacetas hizo posible el triunfo del periodismo regular, que se consigue especialmente en Francia a lo largo del siglo xvII. Aparecen diferentes tipos de periodismo: político, informativo, cultural y mundano, representados por la Gazette de France, el Journal des Savants y el Mercure Galant, junto a hombres tan importantes para la historia del periodismo y la publicidad como Renaudot y Havas. En los años treinta del siglo xvII, Inglaterra padecía una suerte de fiebre panfletaria con la proliferación de las «hojas de noticias». El tema central de dichas hojas era la utopía de la democracia, la felicidad del hombre y la participación política en los asuntos relativos al Estado. Posteriormente surgen las «hojas de polémica», más ardientes y enjundiosas, gozándose por estos años de una auténtica libertad de prensa en Inglaterra que contribuye de una manera especial a la formación de corrientes de opinión. Tal situación provoca la censura (1643), se cierran los medios impresos y todo ello desemboca en la Revolución de 1648. La opinión pública se deja sentir y hace caer el peso de su presencia física en la Cámara de los Comunes, especialmente a partir de la Revolución de 1688. A finales del siglo xvII y, sobre todo, a principios del xvIII nace en Inglaterra el primer periodismo de opinión, de tipo ideológico y político, en periódicos como The Spectator, The Examiner, The Review, The Mercator The Tatler, con las firmas de Addison, Swift, Defoe, Johnson y Steele. También en Inglaterra, a principios del siglo xvIII, nace el periodismo diario, extendiéndose a otros países según avanza, el siglo. Entre los primeros periódicos diarios están el Daily Courant (1702), el Diario Noticioso (1758), el Journal de París (1777), el Pennsylvania Packet (1784) y el Times (1785).

La imprenta mejora y el correo establecido por el escocés Witherings en el siglo XVII abre las puertas a las comunicaciones, con postas de correos en toda Europa.

Desde otro marco distinto, en Inglaterra —y citando a Habermas— primero las casas de café y después los salones de té pasaban por incubadoras de agitación política en la segunda mitad del siglo xvII, situación que lleva a autores como H. Speier a relacionar con los comienzos de la opinión pública. Desde la segunda mitad del siglo xvn hasta la Revolución francesa las ideas se difunden a través de libros, cartas, planfletos, libelos, semanarios, discusiones grupales, controversias y discursos en los cafés y salones ingleses, salones franceses y Tischgesellschaften alemanes. El público raciocinante, cada vez más amplio y crítico, encuentra su refuerzo natural en una prensa cada vez más crítica e independiente. La prensa se convierte por primera vez y de un modo propio en el órgano crítico de un público raciocinante, se convierte en «cuarto poder». Con la Revolución francesa la libertad de expresión queda conquistada y la Declaración de derechos del hombre y del ciudadano consagrará la libertad de opinión y de expresión. Por otro lado, «en 1792, tres años después del estallido de la Revolución francesa, el público políticamente raciocinante es indirectamente reconocido en su función de crítica pública por un discurso de Fox ante la Cámara de los Comunes. Por primera vez se habla en el Parlamento de public opinión en el estricto sentido de esta locución».



FUENTE: 
  • ORÍGENES Y PRIMERAS TEORÍAS SOBRE
  • LA OPINIÓN PUBLICA:
  • Por CANDIDO MONZÓN ARRIBAS
  • Fuentes: http://www.www.razonypalabra.org.mx 

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