domingo, 7 de noviembre de 2010

Formación de la O.P.



El proceso de formación de la opinión pública es un tema muy complejo que implica la presencia de por lo menos tres actores: los políticos, los medios de comunicación y los líderes de opinión que emiten, omiten o distorsionan los mensajes que procesan. Pero en términos simples, la opinión hecha por el público para si mismo implica existencia de las libertades fundamentales: de pensamiento, de expresión y de organización.


En la formación de la opinión pública influye mucho la cultura de la sociedad y sus diversas subculturas, que proveen los valores que sustentan las reacciones ante los hechos. También tiene mucho que ver cómo es informada la opinión pública desde los medios de comunicación social: qué lectura se hace en los medios sobre lo que ocurre. Sin embargo, no se debe exagerar el poder formador de opinión de estos medios, ya que todo indica que contribuyen más a reforzar opiniones y actitudes preexistentes que a crear nuevas.
Existen tres grupos fundamentales que hacen posible la creación de la O.P.

La familia que da las bases de la formación de la opinión pública, ya que es una influencia directa en las opiniones que desarrolle el individuo.



La iglesia, se encarga de dar las bases de lo bueno y lo malo e influye en las creencias y opiniones referentes a lo divino y a lo moral.



La escuela, es la base del proceso de socialización y actúa como un mecanismo de regulación para conservar las normas del sistema.


ETAPAS BÁSICAS DE LA FORMACIÓN DE LA OPINIÓN PÚBLICA

En primer lugar, algún tema o problema comienza por ser definido por ciertos individuos o grupos interesados, como un problema que exige solución. (...) la esencia de esta primera etapa es un intento de definir la cuestión en términos tales que permitan la discusión por parte de individuos y grupos.
En segundo lugar, vienen entonces las consideraciones preliminares y exploratorias. ¿Cuál es la importancia del problema? ¿En éste el momento de encararlo? ¿Es posible darle solución? Estos aspectos pueden ser explorados en charlas, debates abiertos, crónicas y editoriales en la prensa, debates o comentarios radiales, y por otros medios de comunicación.
En tercer lugar, de esta etapa preliminar pasamos a otra en la cual se adelantan soluciones o planes posibles. Apoyos y protestas están a la orden del día, y se produce a menudo una acentuación de las emociones. Puede aparecer, en considerables proporciones, la conducta de masas, y frecuentemente los aspectos racionales se pierden en un diluvio de estereotipos, slogans e incitaciones emocionales. Esta etapa es importante porque en ella la cuestión se bosqueja con caracteres bien marcados y al tomar decisiones los hombres están controlados no sólo por valores racionales, sino también por valores emocionales. En otras palabras, en la formación de opinión, en las sociedades democráticas, intervienen a la vez consideraciones racionales e irracionales.
En cuarto lugar, de las conversaciones, discursos, debates y escritos, los individuos alcanzan cierto grado de consenso. (...) El consenso no significa un completo acuerdo entre todos.
En quinto lugar, la puesta en práctica de la ley aprobada, o el empleo del poder por parte de funcionarios elegidos, cae, estrictamente hablando, fuera del proceso de formación de opinión. En la realidad, en un sistema representativo, la minoría puede naturalmente seguir presionando para obtener una modificación. A través de la radio, la prensa, las asambleas y otros instrumentos de discusión pública, individuos o grupos con intereses especiales pueden hacer llegar nuevas sugerencias. (Young; 2001: 15-17)

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